El precio de la vida
Finalmente la vida continua. La esperanza es lo último que se pierde...y en el camino todos nos encontramos de nuevo. Hace una semana que a mi papá le diagnosticaron cáncer. Ahora ya todo es diferente, los valores cambian, las preferencias también. Nada importa más que compartir con él lo que nos quede. Empezar a valorar y a agradecer que estas líneas las escribo porque él lo hizo posible; me ofreció la oportunidad de existir en este cuerpo y ser quien soy, con mis grandes defectos y mis virtudes.
no existe mayor agradecimiento que la vida, y se la debo. Cuando los dolores no le dejan dormir, cuando la sedación es tan fuerte que le ves débil y agotado, que cae más en un sopor que en un dulce sueño, cuando en la expresión y en la mirada no ves nada más que desasosiego, cuando...es el momento de estar ahí, en primera persona. Hoy aproveché un momento de tranquilidad entre los dos y le hablé como nunca lo hice hasta ahora...le pedí que confiara en mí más que en nadie, que no se preocupara por mí y que aquéllo que no quisiera decir a su mujer aprovechara y se confiara a mí, soy el más fuerte, el más capaz, el más resistente de la familia...
Y es cierto, muy cierto que lo soy.
Es el momento de demostrar quién soy, hasta dónde soy capaz de entregarme y ocultar mi debilidad para ser su apoyo, que sepa que no me rindo ante la adversidad y soporto bien el peso de su fragilidad.
Ahora que recién rehago mi vida, que empiezo a salir del agujero del desamor, del desengaño, un nuevo reto aparece en mi camino que me obliga a parar y recapacitar sobre mis próximos pasos. Con los ojos, con el corazón, con la razón... con todos los sentidos en alerta debo guiarme sin perder este nuevo rumbo. No hay tiempo para cometer más errores.
y como siempre, este es el lugar para reflexionar y recapacitar. Aunque me leáis y compartáis similares experiencias, esta es mi vida, vuelve a ser un pequeño dolor, personal e intransferible, que deseo compartir y aliviar en el empeño. El precio de la vida he descubierto que es tan caro como necesario, el precio de la vida se paga simplemente viviéndola. Es tan fácil como difícil queramos que sea y viceversa. No depende de nadie ni de nada, sólo de nosotros mismos.
no existe mayor agradecimiento que la vida, y se la debo. Cuando los dolores no le dejan dormir, cuando la sedación es tan fuerte que le ves débil y agotado, que cae más en un sopor que en un dulce sueño, cuando en la expresión y en la mirada no ves nada más que desasosiego, cuando...es el momento de estar ahí, en primera persona. Hoy aproveché un momento de tranquilidad entre los dos y le hablé como nunca lo hice hasta ahora...le pedí que confiara en mí más que en nadie, que no se preocupara por mí y que aquéllo que no quisiera decir a su mujer aprovechara y se confiara a mí, soy el más fuerte, el más capaz, el más resistente de la familia...
Y es cierto, muy cierto que lo soy.
Es el momento de demostrar quién soy, hasta dónde soy capaz de entregarme y ocultar mi debilidad para ser su apoyo, que sepa que no me rindo ante la adversidad y soporto bien el peso de su fragilidad.
Ahora que recién rehago mi vida, que empiezo a salir del agujero del desamor, del desengaño, un nuevo reto aparece en mi camino que me obliga a parar y recapacitar sobre mis próximos pasos. Con los ojos, con el corazón, con la razón... con todos los sentidos en alerta debo guiarme sin perder este nuevo rumbo. No hay tiempo para cometer más errores.
y como siempre, este es el lugar para reflexionar y recapacitar. Aunque me leáis y compartáis similares experiencias, esta es mi vida, vuelve a ser un pequeño dolor, personal e intransferible, que deseo compartir y aliviar en el empeño. El precio de la vida he descubierto que es tan caro como necesario, el precio de la vida se paga simplemente viviéndola. Es tan fácil como difícil queramos que sea y viceversa. No depende de nadie ni de nada, sólo de nosotros mismos.